8 de noviembre de 2010

Cantaba la niña clara.

A Federico García Lorca.


Cantaba la niña clara,

cantaba su cante jondo,

así como va la vida,

marchita toda esperanza.


En la fuente del Obispo,

aquel niño que lloraba,

lloraba su pena amarga,

su suerte le ha abandonado.


El fruto de esta tonada,

es la rosa del desierto,

el pétalo que es espina,

espina de amor de dos.


Tan lejos de esa asonada,

tan cerca del corazón,

cantaba la niña clara,

tan clara era su pasión.


No hay mal que por bien no venga,

ni bien que dure cien años,

la vida no está comprada,

comprada al por mayor.


La fuente ha derramado,

lágrimas de aquel amor,

el niño la ha llenado,

llenado de aquel dolor.


Es la rosa del desierto

y la fuente del Obispo,

recuerdos de aquella tarde,

recuerdos de aquel amor.


Ya me voy para mi tierra,

me alejo de aquellos mares,

de mares son los amores,

amores que son dolores.


No hay niña que a mi castillo,

penetre sin ser herida,

herida lleva la vida,

la vida lleva herida.


Con esta ya me despido,

de cante jondo la patria,

la patria que son los sueños,

los sueños de juventud.


Orlando Tengri 2010.