El día de hoy, 8 de marzo es designado como Día Internacional de la Mujer (1), la historia es conocida: luchas sociales, empoderamientos, rebeldías libertarias, altermundismos con sentido de género, y muchas otras razones más. Yo me referiré a una, la mía:
Por varios años colaboré en colectivos organizados en los que el tema se imponía por motu propio, era imprescindible luchar y batirse por los derechos de las mujeres, porque eran víctimas. ¿De quiénes?, lógicamente que del machismo (2), del patriarcado (3) que, celoso se afanaba en mantener a las mujeres oprimidas y violentadas, entonces la solución al problema era sencilla: los hombres, había que disminuirles su poder, o quitárselo, lo habían tenido ya demasiado tiempo. Y así es. También me asumí en aquellos años como feminista, como hombre consciente apoyaba la causa de las víctimas, las mujeres, de todas ellas sin exclusión, porque eran las oprimidas por un sistema que había creado estructuras maquiavélicas para someterlas y torturarlas. Eran logros que las leyes adoptaran el tema de género como algo que todo mundo debía impulsar, con ésa perspectiva asistí a diplomados, talleres, cursos, en suma, me formé como un buen feminista, como hombre en pro del feminismo, y seguía la doctrina feminista (4): el sistema está construído por y para los hombres, a ése sistema se le llama patriarcado y quienes lo gobiernan son los Machos, así, con "M" mayúscula porque mayúsculo es su pecado (entre los religiosos), para los laicos: su culpa y para los moderados y psicólogos: su responsabilidad; llámese como se llame no se escapaban del juicio sumario, y el veredicto estaba dado con anticipación: Culpables, también con "C" mayúscula.
Porque tener pene y ser hombre era considerado un oprobio para la especie y para el género, bueno, el feminismo radicalizado así lo afirmaba. Yo prefería la moderación, después de todo mi pene, testículos y demás aditamentos indicaban que yo era uno de ésos. Así que nada de radicalismos conmigo, porque además pensaba: los machos son los otros, yo no puedo serlo, yo lavo los trastes, plancho la ropa, surzo y me meto a la cocina, además soy considerado con ellas, así que en mi autoimagen, el macho que era juzgado de tal manera en definitiva no era yo, por supuesto.
Hará unos años tomé un curso llamado "Gestión de proyectos con perspectiva de género" (5), ofrecido por una de las más prestigiosas asociaciones civiles feministas del país, que cuenta con publicaciones serias al respecto, el curso formaba parte de un diplomado que el Congreso de la Unión ofrecía acatando la "Ley de fomento a las actividades realizadas por las organizaciones de la sociedad civil" (6) y que coordinaba académicamente el Instituto de Investigaciones Dr. José Ma. Luis Mora (7), el curso se vio enmarcado por una sede de primer nivel, la Universidad Iberoamericana (8), menciono los nombres para hacer énfasis en el carácter serio, pero a la vez de avanzada en la reconfiguración de las actividades de las organizaciones no lucrativas que se dedican a la labor social, activismos y luchas de grupos de personas organizadas en torno a problemáticas específicas y que desean el cambio social, ésta vez apoyadas por las instituciones mas formales del país. En el módulo en cuestión se abordó el tema: las mujeres han sido excluídas de los procesos económicos y sociales de las comunidades, del ámbito público y sometidas en el ámbito privado por los varones. Hasta ahí todo bien, los cerca de 30 integrantes de las OSC estábamos aprendiendo a generar proyectos que las incluyesen y para darles la posibilidad de empoderamiento a partir de los procesos comunitarios emprendidos por nuestras organizaciones. En aquel tiempo yo participaba activamente en una organización de economía solidaria. En algún momento del curso-taller la facilitadora expresó, palabras más, palabras menos, como para hacer énfasis en el argumento de que las mujeres son víctimas en todos los ámbitos de la vida social, tanto pública como privada: "es increíble que a las mujeres se les siga, en este siglo XXI, realizando la extirpación del clítoris para quitarles la posibilidad del placer sexual, en cambio, quisiera ver que a los hombres les sucediera algo así, veríamos si se dejarían hacer lo que soportamos las mujeres".
A finales del siglo XX colaboré en Francia con algunas organizaciones sociales que apoyaban a mujeres que habían sufrido la ablación (9) clitoridiana (10) y estaba más o menos familiarizado con su problemática, tanto en Europa como en el África sub-sahariana, si bien no había profundizado mucho en el tema tenía informaciones elementales de algunas de las causas por las que las mujeres en aquellas latitudes sufrían tan oprobiosa amputación, tanto las razones religiosas como las de índole machista y de dominación sobre la sexualidad femenina. Todo un problema cultural.
Pero lo que me dio "una señal" en el curso-taller que estaba tomando es que hablábamos de México, de las mexicanas y de la discriminación, exclusión y pobreza entre otras razones que las mantenían sobajadas estructuralmente, entonces ¿por qué la facilitadora sacaba el tema que he mencionado líneas arriba, más allá del énfasis para demostrar la condición de opresión hacia las mujeres por los hombres?.
Por la época yo también estaba involucrado en un pequeñísimo colectivo que nombramos "Hombres por el derecho a decidir", un poco imitando la propuesta de "Católicas por el derecho a decidir" (11) que incidían desde el interior de su institución religiosa, en nuestro caso éramos varones que pensábamos que puede haber hombres diferentes, no como los descritos por la doctrina feminista, hombres de las llamadas "nuevas masculinidades" (12). Entre los participantes había un compañero que había sido circuncidado (13) cuando era niño dentro del cuadro del sector de salud del estado mexicano, porque otros hombres lo habían sido pero por motivos religiosos, dentro del judaísmo mas específicamente, así pues, nuestro compañero había sido circuncidado dentro de las instituciones de estado, y ésta operación formaba parte de una operación más grande: oficialmente se manejaba que era la salud por medio de una mejor higiene del glande ya que el prepucio puede guardar impurezas, virus y bacterias, pero detrás se ocultaba la cuestión religiosa del judaísmo. En sus comunidades realizan la mencionada ablación para que el hombre baje su deseo sexual pues es sabido que en la cabeza del glande que cubre el prepucio se concentran terminaciones nerviosas que equivalen a aquellas del clítoris, entonces al extirpar el prepucio se deja descubierta la cabeza del pene y por ello el hombre baja su libido debido a la exposición de dicha parte que al restregarse contra la ropa pierde parte importante de su sensibilidad, en pocas palabras éso es la circuncisión y uno de sus efectos en la sexualidad del hombre por no citar las repercusiones psicológicas y sociales que dicha operación conlleva.
Le mencioné a la facilitadora esto que acabo de relatarles a lo que me respondió que eso era un tema que podríamos "discutir en privado a la hora del coffee-break", que quizás no era el momento adecuado para hablar de ello porque se estaba hablando de los sufrimientos de las mujeres. Le mencioné que por lo que yo sabía la ablación de clítoris no sucedía en México pero sí la circuncisión masculina y que era una política pública realizada desde organismos de estado como el Instituto Mexicano de Seguridad Social (14). Lo que pude constatar es que para la facilitadora el tema no era relevante porque involucraba a la parte opresora, a los hombres, entonces en su imaginario no cabía que hubiese varones que sufren una opresión tan importante como lo es la amputación de una parte de sus genitales (15). Como que la lógica no cuadraba porque las oprimidas eran ellas y no ellos, no encajaba que hubiese hombres por ahí circulando en nuestro país cuya sexualidad se viese restringida por la extirpación en su glande. Entonces lo políticamente correcto es que se mencionara que las mujeres sufren ablación de clítoris aunque ello pase a miles de kilómetros de México pero no se podía hablar de los hombres que la sufrían en su prepucio en nuestro país y en el mismo estado donde se desarrollaba el diplomado. Entonces, una organización social que trabaja los temas de salud, género y sexualidad -y no sólo éste tipo de organizaciones sino también otras que contemplen el desarrollo integral de las personas y de sus comunidades- que asista a diplomados como éste difícilmente podrán integrar el tema del abuso que sufren hombres por parte de las instituciones de estado pues el enfoque de género se refiere regularmente a las mujeres, como si género quisiese decir únicamente mujeres, porque ellas son y han sido las víctimas tradicionales en todos los ámbitos de la vida social, nunca o muy pocas veces los hombres.
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