20 de agosto de 2010

Adiós.


 

Que muerto a tu entraña

el celo acerca mi cadáver

disponiéndolo a su antojo

sobre la fría plancha del recuerdo.

 

La memoria necrosada del amor

es llaga que supura del presente

la envidia de aquel idílico pasado.

Lleno de todo menos de un nosotros,

el futuro resplandece

con la imagen adorada de mi olvido y tu recuerdo.

 

Entumecido en mi pedestal,

con celosa guardiana

rezo el epitafio inscrito en la lápida,

sin embargo mi creyente no escucha la palabra

ni cree en más oración que la suya.

 

Por dejarnos algo de su viaje,

el amor ha hecho de mí un souvenir, que

fijado en un llavero no ha podido

más nada que abrirle la puerta al pasado.

 

Ya no me busques,

he partido,

tus lágrimas congeladas de recuerdo

no son más que el frío invierno de aquella primavera.

 

Orlando Tengri 2010.

Foto. Jan Saudek.



17 de agosto de 2010

El muro.

Al huir -tus besos- de la soledad, en estampida

sobre mi cuerpo liberan sus valles de antiguos deseos

desimbricando preclaras monotonías.

Migratoria ave del crepúsculo -tu tacto-, sin más brújula

que un perenne pasado, encuentra su norte en el sur oblicuo

que el olvido ha tornado en necesaria encrucijada.


Son piernas labiales -tus palabras- que en silencio

hacen de la tundra estepa

sin esperar más nada que resucitarse a cada paso.

Al hundirse en mi corazón -sus huellas-

entre comillas dejan tras de sí

citas en el libro del sacro recuerdo.


Desdibujando fronteras con caricias,

tiras de mis cabellos los alambres de púas,

licencias al centinela que cuida del muro

y con maquinaria pesada

-besos, caricias y citas a ciegas- la caída -provocas-

el triunfo libertario del cuerpo unificado.


Orlando Tengri 2010.


Jan Saudek




12 de agosto de 2010

Llueve.

Llueve maldita sea,
y si me quitan el halo no importa
porque llueve como una maldición.
Las entrañas del cielo se vacían
y yo sin poder nada más que maldecir.
Decir mal de esta naturaleza
y no poder arreglarlo.
Hay todo menos amor
en esta tormenta que me arrasa el alma.
Cuánta lluvia salpican tus palabras malditas
y por tanto me purifican con sus tremendos chubascos
¿qué quieres de mí lluvia?,
¿por que no cesas de mojar estos malditos sueños?.


Orlando Tengri 2010.

9 de agosto de 2010

No encuentro mi piel.

No encuentro mi piel,
mis manos
no logran asirse a algo
y mis ojos
no pueden verte princesa.
Este día
no sé cómo canjearte caricias,
ni alcanzo a resistir al vacío.
Hoy descubro mi alma
desposeída de un cuerpo.

Ya no me llames,
no quieras saber quién soy
ni preguntes qué horas son,
cómo responder,
cómo responderte,
ni siquiera yo lo sé.
En mi descontrucción
encuentro caricias
que tocan una piel que no es la mía.
Mi cuerpo
se ha tranformado en mi entorno,
soy el ambiente,
el agua marina y la playa
el sol y la luna
los otros y no yo.
Soy espejo humeante
y no logro reflejar nada de mí.

Hoy no encuentro mi piel
ni siquiera para acostarla.


Orlando Tengri 2010.











Jan Saudek.