30 de septiembre de 2009

Quererte es dejar que mi amor te quiera

Por Orlando Tengri.

Quererte es dejar que mi amor te quiera
porque amarte es quererte muchas veces
y mas arduo es entrar en tus quereres
que dejar a los míos desvestidos.

Al querer desvestirme de este amor
finjes, ingrata que es placer tuyo
a los que tienen poco, el despojo.

Del amor la querencia es picaporte
porque no es orgullo ni soberbia
el querer amar al amor que te quiera.

No hay prisión mas vana del querer
que la lisonja al amor querido
por eso prisionara, te libero 
del encierro en que te he metido.


19 de septiembre de 2009

Sola y sin dueño

(una historia de amores plurales)

Por Orlando Tengri.

Una vez encontré una palma de mano sin dueño,
creyendo que andaba extraviada 
la tomé entre mis manos para consolarla,
por supuesto que no logré mi propósito
porque la palma de mano que creí andaba perdida y sin dueño
si tenía dueño y no andaba extraviada
sino que le pertenecía a un brazo que ingenuamente
pensando estaba solo y sin dueño
lo puse entre mis brazos para darle consuelo,
por supuesto que no logré mi propósito
porque el brazo que creí andaba perdido y sin dueño
si tenía dueño y no andaba extraviado
sino que le pertenecía a un hombro que con ingenuidad
pensé estaba solo y sin dueño
lo junté a mi propio hombro para reconfortarlo
por supuesto que mi propósito no fue logrado
porque el hombro que creía perdido y sin dueño
ya tenía dueño y no andaba extravido
sino que formaba parte de un torso que ingenuo yo
pensé estaba solo y sin dueño
por eso lo puse pegado a mi pecho para intentar consolarlo
por supuesto que no logré mi propósito
porque el pecho que creí andaba perdido y sin dueño
si tenía dueño y no andaba extraviado
sino que le pertenecía a una persona que ingenuamente
pensando estaba sola y sin dueño
la tomé por completo con con toda mi persona para reconfortala
por supuesto que no logré mi propósito
porque la persona que creí andaba perdida y sin dueño
si tenía dueño y no andaba extraviada
sino que le pertenecía a otra persona que ingenuamente
pensando estaba sola y sin dueño...

14 de septiembre de 2009

Poemas

Por Orlando Tengri.

Yo


El que soy yo en este poema
ahora sólo existe para ti
lo que eres tú en este versículo
sólo estás para mí.

Yo
acorralado por mí

cayendo de mí,
abajo
más abajo
aquí,
sí, aquí estás
ahora.

Te llevo en mí,
tú eres mi única razón de ser,
aquí, ahora
presente instante.
Si te vas, muero
y te tienes que ir para que yo,
muerto,
reviva en ti,
lector...a.

El síndrome de Otelo

Ella, 
luminosa
destelleante,
yo, 
opaco,
antireflejante,
y por tanto me ama
me ama a pesar de mi opacidad
de mi falta de atractivo
a pesar de su belleza, me ama.
¿cómo creer que soy amado?
¿cómo creer en este amor?.


La dicha

Después de tanto caminar paré
la dicha se veía ahí, no lejos
¿por qué paré? dirán algunos
porque para encontrar la dicha 
no hace falta caminar ni parar
porque la dicha no viene ni va, está.
Así como paré, estuve.


Desde abajo

Desde abajo el paraíso se mira tan alto,
desde abajo los ángeles se miran tan sin calzones,
desde abajo el adusto San Pedro igual no trae,
desde abajo siempre desde abajo
el joven Jesús los tiene azules.


Momentos de vida

Estos momentos que han pasado
los he vivido sin pensar que eran momentos
sin pensar que la muerte viene
sin pensarlos los he vivido.

Han pasado uno tras otro,
así viví la vida,
no como una sola
sino como momentos de vida.


Cuerpo desnudo 

Cuerpo desnudo
obturador de pasiones
regulas intensas creencias,
presencia obstructora
porque todo lo abarcas
incluso con tu mínimos pixeles 
no vemos nada mas que tu cuerpo.

El hechizo de la medusa-cámara 
sólo es roto por el deseo 
del que mira la estatua,
en que te has convertido, cuerpo
piedra y creencia.

Apresurados 
flashes de sangre recorren venas, 
arterias y fantasías. 
Cuerpo desnudo
guía de ilusiones
en cada una de tus curvas guardas 
la biblioteca de nuestras pasiones.


Mi cabeza

Ahí está, viéndome
pensándome,
mi cabeza
ahí está intentando comprender
qué pasa en ella, por ella y a pesar de ella.


La mentira

Una vez que hayamos terminado de mentir, de mentirnos
digamos, digámonos la verdad,
pero no con esa verdad sencilla, ramplona,
la que se aferra en decirnos la verdad,
hablémonos con la verdad que sólo puede una mentira contener.


Dinero

I

Curiosamente, 
el dinero que es lo que mas nos pertenece
porque lo hemos trabajado, sudado,
curiosamente, 
el dinero no es nuestro,
el dinero es el desprendimiento del yo
porque al dejarlo ir con él se va una parte de nosotros.

II

Nos matamos toda la vida para conseguir el dinero
y ¿todo para qué? Para soltarlo tan fácilmente,
y cuando lo ahorramos resulta peor la cosa
porque el dinero se nos muere entre las manos,
sin uso no es mas dinero, 
es simple objeto metálico o de papelería que no dice nada.

III

Sin dinero no sé que haría,
tal vez no haría nada
porque sin dinero no tendría nada,
ésos libros pintando la pared,
aquella tele de centro,
nada, mi única posesión sería no tener dinero
la pobreza extrema es la de los que no tienen ni siquiera dicha posesión.


Los sueños

Los sueños de paz, de un mundo mejor,
todo eso son sueños colectivos
yo ando en busca del sueño que es mío
aquel que nadie comparte, 
que nadie mas que yo sueña.

Busco bajo las piedras abstractas de mi sinrazón,
y lo único que encuentro es un viejo sueño ya gastado
gastado porque de tanto dejarlo ahí, sin soñarlo se hizo viejo,
se gastó.
Con temblor en todo su ser mi sueño musita unas palabras
que si bien entiendo me dicen que no,
que él no es un sueño, sino un viejo
que cuando niño se quedó atrapado bajo esa piedra,
me dice que soy yo mismo, que me quedé atrapado cuando niño
bajo aquella roca,
entonces comprendo,
yo mismo soy mi propio sueño, 
lo único que no es colectivo.
 

La quintaescencia

Estaba buscando la quintaescencia de la vida
cuando sin querer me tropecé con un montoncito de basura
bien arregladita toda ella,
y pues me dije a mí mismo
si la quintaescencia está ahí tengo que saberlo,
así que me puse a escarbar en el montoncito de porquería,
total que hice un desastre con esa basura,
al final toda quedó regada y desordenada.
De la quintaescencia ni sus luces.


1, 2, 3

La poesía dura tres segundos,
tres sencillos segundos
pero para la poesía no es importante
si son sólo 3 humildes segundos
porque lo que dice la poesía en tres tiempos
1, 2, 3
dura para siempre.




Tus labios, corriendo van
a besar al vecino de enfrente
tu cuerpo, de curva encendida
corriendo va a prestarse con el de al lado
tu mente que es llama de agua
despacio, muy despacio
se entrega a mí.


Flor de fuego

Ayer encendí una flor para ti
hoy la flor ha quemado pétalo tras pétalo
¿te quiero?, ¿no te quiero?.
La flor que prendí ayer
hoy ha encendido una duda en ti.


Amores plurales

2 almas perdidas encontraron un cuerpo,
el tuyo.
2 bocas sangrando delirio
sofocaron sus ansias en ti
una selva callada de ramas
se enredó entre tus piernas
y un suspiro a los dos compartiste.


Mi patria, el exilio

Ayer perdí mi patria primera
por ganar el exilio de tus besos.
Ayer, acomodado y ausente
hoy, presente y con gozo.
No me vengas a decir que te vas
porque si lo haces te llevas contigo
mi suelo y mis nubes
porque sí, ahora eres mi patria nueva.


Remedio para el amor

Ayer encontré un remedio para el amor,
amar.
Hoy encontré un amor para amar.
Mañana ya no importa porque hoy es para siempre.


Mi exilio

Muchos años viví exiliado en mi patria,
hoy que he salido de ella
mi nacionalidad ha nacido.
Muchos años perdido caminé mis veredas
hoy que camino las tuyas
he encontrado mi senda a seguir.

Los celos, otras miradas

Por Orlando Tengri.

 

Schopenhauer nos dice que el dolor es, psicológicamente un hecho positivo, la fuente eterna de nuestro conocimiento útil y nada puede remplazarlo como maestro del espíritu; haciendo un silogismo: el dolor es quien enseña a nuestro espíritu, los celos producen dolor entonces los celos son enseñanza, ¿descabellado no?, ¿pero qué coño podemos aprender de tan duro sufrimiento ventral?. 

Positivizando un poco, los celos nos obligan a una dialéctica o 'poliléctica' con nosotros mismos, debido a ellos revelamos al mundo exterior nuestras insatisfacciones e inseguridades mas profundas las cuales regularmente no son captadas por nuestra consciencia. Este diálogo que se produce al interior comunica transversalmente nuestra consciencia con las otras entidades que nos habitan, el inconsciente y el subconsciente, es como una cubeta arrojada al interior del pozo de nosotros mismos. Los celos ayudan a construir una parte del nosotros y que sin ellos, no nos daríamos cuenta que existe algo de lo que no somos conscientes, ya que la insatisfacción y la inseguridad son consecuencias así como los celos lo son de éstas; aquí intervienen preguntas como ¿cuáles son las causas de esta inseguridad o de esta insatisfacción?, en caso que logremos responder estas interrogantes tendremos mas consciencia y podremos asumir a los celos como una fuerza interna poderosa que nos revela a nosotros mismos. También podemos pensar a los celos como actos subversivos que emprende nuestro interior, actos que se suman a la revolución llevada a cabo por nuestras emociones contra la dictadura de la consciencia que somete al resto de nuestro ser y cuyos instrumentos de control son entre otros la lógica, la razón y en cierta manera el pensamiento evolutivista que cree en la mejoría dada únicamente por el tiempo como si fuésemos sujetos pasivos del devenir temporal. Entonces, las emociones son quienes nos avisan de las desregulaciones internas que causan inseguridades, insuficiencias e insatisfacción de las necesidades del ser. 

Diríamos que los celos son una de las formas de trascender, de otorgarnos individualidad única, son pues una transgresión a las normas en que creemos. En sí no pienso que los celos nos hagan daño per se sino que el daño es hecho por la incorrecta satisfacción de las necesidades. Habría que decir que muchas veces las necesidades están desde un inicio mal planteadas o son falsas necesidades o caprichos lo que conduce seguramente a una catástrofe en nosotros y por ende en nuestras relaciones con los otros. También se puede pensar que los celos ayudan al desarrollo ya que nos sumergen en la incertidumbre, en el no saber y esto siempre es motor de búsqueda para obtener conocimiento, para tener certezas, por lo que afirmo, son múltiples y diversos los caminos que se nos han puesto para llegar hasta donde ahora estamos, uno de ellos son los celos como medio de superación del ser. Por último son variadas las derivaciones acépticas de los celos: celo, celada, celar, recelar que tienen que ver con la temporada de ardor, ovulación y espermatización que traen apareamiento, con la caza de la pareja por medio de la instrumentalización de trampas y con el aseguramiento preventivo y coercitivo de la presa, a quien mantenemos esposa-da.

Amores plurales

Por Orlando Tengri.


Cuántas veces hemos escuchado que Fulanito de tal ya engañó a Zutanita, o que Perenganita ya le puso cornamenta a su futuro ex, incluso a algunos nos ha tocado poner o que nos pongan aquel adorno en la cabeza, pues bien, podemos intentar voltear para otro lado como si nada pasara o también podemos patalear de berrinche, lo cierto es que eso no resuelve la situación ¿correcto?. Para arreglar el conflicto algunas personas se divorcian en caso de vínculo matrimonial, otras sencillamente abandonan a su novio o novia antes de que la infidelidad les genere mas problemas, es decir, a lo que sigue... y empiezan una nueva relación creyendo que “ésta si es la de a deveras”... así, la persona puede pasar por muchas relaciones sin encontrar la ansiada fidelidad. La frustración y el desencanto siguen aumentando en la persona, es entonces que los celos se convierten en la parte mas importante de las relaciones, la posesividad también, se establecen “relaciones de codependencia” como diría algún psicólogo en consulta, yo me pregunto ¿hay algo que no funciona bien en las personas?, ¿somos acaso monoamorosos o de plano todo lo contrario?, o tal vez tenemos épocas monoamorosas y épocas en que varios amores nos llegan de manera simultánea. Lo cierto es que es un tema a estudiar, sugiero a quien le interese se acerque a www.poliamoria.com para conocer algunas prácticas amatorias de nuestros días.

El Hotel del Mundo

Por Orlando Tengri.

Tiempo espacio

El encuentro (Madrid, un amanecer rebelde)

Ella y yo nos conocimos en el mes de julio de 1997 en la calle embajadores 68 en el barrio de Lavapiés en Madrid en una casa okupa que albergaba entre otros a anarkistas, feministas, autogestivos, libertarios, globalifóbicos, todos ellos y ellas luchando por un mundo mejor y mas justo, por un mundo donde cupieran todos los mundos para darle voz a los sin voz, la cita fue convocada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y llevó por nombre segundo encuentro intercontinental por la humanidad y contra el neoliberalismo. Fuimos miles de personas las que llegamos desde los cuatro confines del planeta, la 'escoria' del mundo reunida para cambiar al sistema, luchando por un sueño, por el nuestro que era el mismo sueño de los oprimidos, de los que nadie sabía o quería saber, de las minorías, los nadies y las nadies que al juntarnos sentíamos que éramos alguien, nos reconocíamos en tanto que hermanos y hermanas como los desposeídos del mundo. El nombre de la calle en que nos conocimos es simbólico pues en ella fuimos en su momento embajadores de toda la rabia del mundo, de la rebeldía acumulada, de las ansias por mover a la indolente estructura que se pavoneaba a expensas nuestro. Esta edificación había sido un antiguo laboratorio y okupado por nosotros fue renovado como laboratorio para experimentar la revolución y sin esperarlo ni poder prevenirlo, fue también el laboratorio de un amor único y extraordinario que juntó dos mundos diferentes unidos por la rebeldía, la dignidad y Madrid. Por primera vez el mundo entero fue nuestro hotel, al que llamamos El Hotel del Mundo donde 'estar gatitos' como ella en su incipiente castellano nombraba a nuestra relación.

Segundo espacio
El viaje (isla, puerto y amarre)


Así, con la esperanza que construye amor, emprendimos el viaje, fuimos moros y judíos en una Andalucía recreada por nuestros pasos, recogimos las ramas con que trenzamos caricias en Córdoba, Alhamabra, Toledo, Cádiz, Sevilla, Granada, Valencia, el Indiano, lugares en que desarrollamos el argumento de nuestra propia road movie hasta llegar a un pueblito costero llamado Saint Laurent du Var en la Côte d'Azur francesa, lugar donde vivía esta mujer que había cruzado los mares en un velero, conocido muchas lenguas y culturas diferentes y que por tanto había elegido un mexicano como puerto, isla y mar.

Después de unas semanas juntos en aquel puerto llegó el aciago día de nuestra despedida, la noche anterior es la noche blanca mítica toda ella, noche en que hacer el amor se convirtió en un acto reivindicatorio de todos los amantes que han tenido que despedirse en todos los tiempos y lugares del mundo, noche en que el amor nos une con la persona amada por última vez a sabiendas que vas a enfrentar a un desierto y éste será el último oasis donde podrás abrevar antes de la sequía.

Tercer espacio
Encuentros que son reencuentros (¿lo qué importa es el viaje?)


Al poco tiempo de nuestra despedida en Francia ella a me avisó que pensaba ir a Cuba y luego, si yo estaba de acuerdo venir a visitarme a México, su visita que en principio sólo duraría unos días fue alargándose hasta convertirse en meses y luego en años.  
El viaje al interior del México profundo, sin fondo, abismal. Así, ella y yo emprendimos el encuentro con este país, yo, mas extranjero que ella ya que ser mexicano es ser extranjero en una tierra que dicen es propia. Montañas, planicies y costas son escoriaciones del tiempo, llagas abiertas que supuran gente. Recorrimos sus escarpados usos y costumbres, yo, como niño, ella como niña, ambos formamos banda de ingenuos y nos dejamos conquistar por su gente, por sus no dichos, por ese mirar de tres cuartos de perfil, huidizo, rebuscado y barroco. Abrimos nuestros grandes ojos a su tristeza disfrazada de gente, seres melancólicos que adquieren objetos y relaciones para mal disimular su insatisfecha felicidad. Así, comenzamos a habitar dos lenguas.

Enseguida, de nuevo el viaje hacia la ciudad luz, 69 rue Olivier Mètra, en esta calle fue el 69 de nuestras relaciones, Paris VII, universidad y universalidad, cosmopolitismo, reencuentros con los otros, los variados, los contrastantes, nosotros, el medio de contraste. Vivimos nuestra plaza de las fiestas. Para llegar a la rue Mètra era necesario remontar toda la avenida Bellevie, bella ciudad hacia la podrida sociedad del Paris de aquellos años con sus ciencias de agujeros. 
Luego de nuevo Saint Laurent du Var, escapadas a Antibes, Juin les Pins, Cagnes sur mer, Nice, Cannes, Mónaco, Imperia, Corsica última parada donde su abuelo, mezcla de Napoleón le petit y Cocodrilo Dundee, personaje bizarro para aquellos lugares plagados del neoconservadurismo que solamente el jetset internacional puede concebir.

Último espacio
La partida (Je suis venu te dire que je m'en vais)


'Vine para decirte que me marcho
y tus lágrimas nada podrán cambiar,
como bien dice Verlaine au vent mauvais...
je suis venu te dire que je m'en vais'. (Serge Gainsbourg)

Y sí, llegó el tiempo de los adioses, de los nunca jamases, de los sollozos largos y se instaló el instante distante de la memoria y la nostalgia. Pero hubo un día en que bailamos la javanesa, cuando reímos y cantamos, tiempos en que el amor se recreó en nosotros y se convirtió en nuestra babel desde donde arañamos con nuestras flechas el cielo, pero éstas un día u otro tenían que caer, en ese tiempo cuando las lanzamos no lo sabíamos porque veíamos que ellas subían remontando el cielo imparables, ingrávidas.

El tiempo del amor incendiario, libertario, viajero, explorador y autogestivo en el cual nos dimos la oportunidad de descubrirnos, de ser solidarios y de mirarnos, había concluído.

El templo de los jueces
De cómo aprendí a mirar el firmamento, donde tierra y cielo se juntan para que el amor los haga
.

Con el tiempo y la separación la memoria se convirtió en juez, comenzé a adorar religiosamente la historia de nosotros dos, y con la memoria llegó el tiempo en que me quedé sin respuestas. Las noches solitarias se convirtieron en recreaciones fantásticas de aquella noche blanca junto al Var, el sinuoso río que llevó nuestras sábanas humedecidas por suspiros hasta el mar para arrojarlos al mundo. Comencé a ser el juez mas severo de mi vida y a practicar el culto al pasado.
Han pasado los años, he buscado el calor desesperadamente en el cruel laberinto de la memoria y en nuevas relaciones, pero éstas sólo me han ofrendado ínfimos pedazos de ella encerrados en hielo y muy a menudo enclaustrados en otras mujeres, relaciones que llegaron a ser el panteón de mis deseos.
Alicaído, soy el descendiente de aquella relación, aquí estoy desnudo, mirando de frente todo lo sagrado que ella continúa trayendo a mi modernidad como mítica figura del retorno eterno. Entendí que las personas somos cada una de nosotras el templo sagrado de los jueces de este mundo.

13 de septiembre de 2009

Con el corazón en el pene

Por Orlando Tengri.

Él sabía era una mentira que el corazón estuviese atado a una vena tan gruesa como la aorta, era lo que habían querido hacerle creer, que estaba en su pecho al igual que el de todos los hombres, protegido por vértebras, costillas y entrañas, a salvo de todo menos de su propio latido, pero él sabía que el suyo estaba tan expuesto como podría estarlo su propio pene y que cada vez que hacía el amor con una mujer ponía todo su corazón en ella.

Era un hombre que tenía el corazón en el pene, y también muchos de sus sentimientos. El pene era un fetiche de este hombre, él estaba plenamente consciente de ello y por tanto lo aceptaba, porque el corazón, reflexionaba, no siempre está ubicado en el pecho de los hombres. Él lo tenía en su glande y con toda la elasticidad de este corazón expresaba su forma de amar, entonces ¿por qué las mujeres no lo aceptaban así?, ¿por qué querían subirle siempre el corazón mas y mas arriba?, a veces no se bastaban hasta dejárselo a la altura de su cabeza, querían convertirlo en un corazón pensante, que razonara pero él únicamente lo quería ahí, entre sus güevos, ahí lo sentía a gusto y era en este lugar donde mas amaba a su corazón.