13 de septiembre de 2009

Con el corazón en el pene

Por Orlando Tengri.

Él sabía era una mentira que el corazón estuviese atado a una vena tan gruesa como la aorta, era lo que habían querido hacerle creer, que estaba en su pecho al igual que el de todos los hombres, protegido por vértebras, costillas y entrañas, a salvo de todo menos de su propio latido, pero él sabía que el suyo estaba tan expuesto como podría estarlo su propio pene y que cada vez que hacía el amor con una mujer ponía todo su corazón en ella.

Era un hombre que tenía el corazón en el pene, y también muchos de sus sentimientos. El pene era un fetiche de este hombre, él estaba plenamente consciente de ello y por tanto lo aceptaba, porque el corazón, reflexionaba, no siempre está ubicado en el pecho de los hombres. Él lo tenía en su glande y con toda la elasticidad de este corazón expresaba su forma de amar, entonces ¿por qué las mujeres no lo aceptaban así?, ¿por qué querían subirle siempre el corazón mas y mas arriba?, a veces no se bastaban hasta dejárselo a la altura de su cabeza, querían convertirlo en un corazón pensante, que razonara pero él únicamente lo quería ahí, entre sus güevos, ahí lo sentía a gusto y era en este lugar donde mas amaba a su corazón.

2 comentarios: