Llueve maldita sea,
y si me quitan el halo no importa
porque llueve como una maldición.
Las entrañas del cielo se vacían
y yo sin poder nada más que maldecir.
Decir mal de esta naturaleza
y no poder arreglarlo.
Hay todo menos amor
en esta tormenta que me arrasa el alma.
Cuánta lluvia salpican tus palabras malditas
y por tanto me purifican con sus tremendos chubascos
¿qué quieres de mí lluvia?,
¿por que no cesas de mojar estos malditos sueños?.
Orlando Tengri 2010.
12 de agosto de 2010
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