17 de agosto de 2010

El muro.

Al huir -tus besos- de la soledad, en estampida

sobre mi cuerpo liberan sus valles de antiguos deseos

desimbricando preclaras monotonías.

Migratoria ave del crepúsculo -tu tacto-, sin más brújula

que un perenne pasado, encuentra su norte en el sur oblicuo

que el olvido ha tornado en necesaria encrucijada.


Son piernas labiales -tus palabras- que en silencio

hacen de la tundra estepa

sin esperar más nada que resucitarse a cada paso.

Al hundirse en mi corazón -sus huellas-

entre comillas dejan tras de sí

citas en el libro del sacro recuerdo.


Desdibujando fronteras con caricias,

tiras de mis cabellos los alambres de púas,

licencias al centinela que cuida del muro

y con maquinaria pesada

-besos, caricias y citas a ciegas- la caída -provocas-

el triunfo libertario del cuerpo unificado.


Orlando Tengri 2010.


Jan Saudek




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